OTTEPEL (DANAT )

Coreografía

Sabine Dahrendorf
Alfonso Ordóñez

Espacio escénico

José Menchero

Música

Pedro Navarrete

Sonido

Albert García

Técnico de escena y montaje

Manuel Ángel López

Vestuario

Antonio Belart

Luces

Joan Durán

Intérpretes

M. Ángeles G. Angulo, Sabine Dahrendorf, Marina Serrano, Susana Castro, Mario G. Sáez, Ricardo Salas, Iosu Lezameta, Alfonso Ordóñez

Coproducción

  • Muestra Internacional de Danza, Valladolid
  • Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas Madrid

Colaboración

  • Teatre Lliure Barcelona

Subvención

  • Departament de Cultura Generalitat de Catalunya
  • Àrea de Cultura-Ajuntament de Barcelona
  • Compañía concertada de Inaem-Ministerio de Cultura

Estreno

Muestra Internacional de Danza Valladolid ,1994

Actuaciones

Muestra Internacional de Danza Valladolid 1994; Mercat de les Flors, Barcelona; Teatro el Jardi de Figueres; Sala Olimpia , Madrid; Auditorio Cuenca ; Danza Valencia 1995; Festival Tiempo de Danza Navarra 1995;Teatro Emperador ,León; Internacional Arts Festival Teatro la Aduana, San José, Costa Rica 1996 ; Teatro Monumental, Mataró.

Agradecimiento especial a Mario Pérez y Tere Almar.

 

 

2. Versión Ottepel (TObrud) con Nyt Dansk Danseteater
Dansescenen Copenhagen 1999

 

 

Notas de Ottepel

Alguien describió el deshielo como un concepto que corresponde al vacilante derretimiento de la nieves profundas. Como los primeros torpes movimientos después de terribles heladas.

Una de las ideas principales se basaba en la sensación de un arranque súbito y fuerte, salir corriendo ,partiendo de un estado de absoluta quietud, un romper hacia delante.

Desde un estado “solidificado” hacer el intento de llegar a movimientos “fluidos”.

El roce de contrastes , contradicciones, contracorrientes, resistencias , un arrancar y lanzarse a la vez afuera.

El espacio y sus limites. Fuera del centro. Márgenes y llegar hasta el borde más extremo. Una puerta cerrada en el fondo . La posibilidad de poder imaginarse que hay delante o detrás de ella. Según como se perciba nuestra estancia.

El propio punto de partida. El lugar falso. El lugar verdadero.

Entonces escribió alguien públicamente sobre el amor , en un tiempo que nadie solía mencionarlo en voz alta, pero aún así esta misma persona acompañó a soldados con palabras a la guerra, que inducían a violar.

La Antártida es un país de nadie , donde los exploradores recorrían caminos interiores.

El anhelo de una naturaleza intacta. La perdida del paraíso nos hace percibir la desprotección. Frío.

“La esperanza fracasada”, un cuadro conocido . Conservar imágenes...

 

Una entrevista que escuchamos por casualidad en la radio sobre exploradores en la Antártida nos causo asombro .Contaban que habían estado durmiendo encima del hielo y un espantoso ruido les hacia interrumpir abruptamente su sueño .Tuvieron que escapar huyendo de toda prisa a salvarse ante las aguas del deshielo que empezaba amenazarles abriendo brechas ruidosas en el hielo detrás de ellos.

Un arranque desde una quietud a una intensidad infrenable de querer avanzar.

A esto se sumaba un sueño ingenuo y nunca curado de una tierra virgen , nunca pisada y contaminada por ninguna huella humana. La Antártida.

Evidentemente más tarde nos dimos cuenta que las tierras vírgenes como la Antártida no son tierras intactas sino contaminadas y repartidas como un trozo de pastel.

 

Queríamos viajar a la Antártida y por lo menos acercarnos . Pero nos tuvimos que contentar con los relatos de científicos que invitamos a charlar con nosotros de algunas de las bases que se hallan en este continente helado.

Y nos dejamos sorprender por el impactante libro de ReInold Messner sobre su travesía y conquista del continente helado.

La Antártida. Cielo e infierno. En alusión a la travesía fallida de Scott.

 

Travesías interminables dando vueltas a los impuestos sastruguis que impedían a Messner seguir avanzando en línea recta teniendo que arriesgar su vida multiplicando por mucho la distancia a su meta haciendo rodeos alrededor de estas elevaciones imprevistas .

 

Un descubrimiento durante un taller en Murcia de una fabrica de hielo ,nos hizo usar estas barras heladas que ya tampoco se fabrican. Lo utilizamos para formar parte de la escenografía dentro de un espacio escénico gris, frío e arisco.

Las barras de hielo se derretían dejando charcos en el suelo y provocaban chapoteos bajo los pies de los bailarines.

Una puerta en el fondo, al principio cerrada y bloqueada por los hielos se entreabría cada vez más dejando ver en un momento de total suspensión de todo, una especie de molino, como estos que en verano anuncian brisas de temperaturas agradables. Un mundo por imaginar ahí fuera.

Dentro una vehemencia de arranques y coreografías , que se iniciaban como pequeños riachuelos para consolidarse en una especie de pantano, como contenedores de movimientos. Un gancho colgante era el lugar donde se frenaba todo este ímpetu , una imposición ,una especie de inconveniente de no poder seguir más allá.

Una escalera de caracol, que conducía a nada.

 

Una de nuestras ideas o generadores , o estrategia coreográfica, fue la de buscar movimientos a raíz de colisiones con otras personas. Se probaron pequeñas secuencias de dúos donde sobresalía la energía de “dejarme pasar “, chocando , rebotando. Luego quitamos el adversario y quedaban solos sin “razón, sin adversario , solo con ímpetu extraño y expuesto sin conexión obvia .

Acumulando estos solos, uno a lado de otro comenzaban a crearse esta especie de turbulencias en movimiento. Otras estrategias eran de vaciar abrazos y inventar avances con estos abrazos “vaciados”.Gestos fallidos, expresando abandono.

 

Ottepel ( el titulo “robado“ en alusión a la novela de Ehrenburg) es una palabra rusa y quiere decir deshielo. Aplicado a una especie de florecimiento de relaciones humanas que se habían quedado de cierta manera entumecidas . Un término para expresar la posibilidad de licuación de una dura tensión , un cambio de distancias.

Una paradoja , anunciando un porvenir de otra fluidez o una disolución.

 

El sueño expresado en una secuencia por una bailarina en Ottepel, es un compendio, una impresionante fusión de todas estas ideas.

Sabine Dahrendorf

 

“soñé que podía soñar lo que quería
tanto tiempo había estado esperando
que no pude resistir
soñé que iba con cientos de personas algunas conocidas pero otras no
aunque todos éramos indiferentes
de repente empecé a sentir una extraña sensación por todo el cuerpo
me dolía
y no podía parar de temblar
ahora si lo había conseguido
estaba en mi propio mundo
entre cuatro paredes
todos desaparecieron de ahí
no se muy bien porque
pero creo los eche yo
entonces intentaba recordar aquella sensación de días de calor
y la recordaba
la sentía
pero cada vez menos y menos
y ya se porque
porque me derretí
y desaparecí”.
( texto escrito y recitado por Ángeles Angulo en OTTEPEL)

 

 

Hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar
Un café con leche tras los cristales
Fuera el frío; dentro normal, buen tiempo
Cientos de ballenas han venido a morir a estas playas
Un turista es el que piensa regresar a su casa desde el mismo momento de su llegada
Mientras que un viajero puede no regresar nunca
Vértigo
(texto elaborado con bailarines en el proyecto Eiszeit (Previo a Ottepel) en Murcia)

 

 

Sobre la obra

La frescura y la elegancia se conjuran en una hilvanada secuencia donde el hielo como tema y como punto de encuentro abre , desde la frialdad de su presencia inicial hasta su posterior licuación, a lo largo del tiempo escénico , un ápice de visión sobre este tiempo de escaleras tendidas a los muros (la carpintería de la reparación) para divisar el horizonte que se sospecha entre la niebla. Quizá la textura evocadora de la música, las sugerencias del texto propuesto por los propios interpretes y la ubicación del espectáculo en un paisaje post industrial muy adecuado para estos espacios escénicos alternativos de nuestros días que han reparado el sufrimiento padecido por el hombre en aquellos vastos espacios industriales que hoy son cada vez más lugares para el ocio, todos estos momentos abren una brecha entre los espectadores acostumbrados a la butaca decimonónica de los viejos teatros burgueses, restaurados por el socialismo.

 

Por entre los charcos que provee el deshielo chapotean las botas de montaña de los sobrevivientes. Una pandilla de jovenzuelos , juega todavía con las últimas barras sólidas del hielo construyendo con ellas sugerencias , provocaciones al equilibrio. Son quizás ya las últimas jornadas que el frió les va a permitir de integridad aparente. Vuelan luego entre frases hechas que recogen de un acervo incrustado , bajo los cristales de su mente , donde el vaho aún proscribe el paisaje . Imágenes de solidaridad , un San Cristóbal portador de carga humana; imágenes de depiece , gancho para colgar la res; Imágenes de vuelo , coqueteo con la irregularidad de las escaleras, amontonamientos de futuro agua, blanco sólido en barra. Y así en trazos de tiempo el ciclo se cierra , el deshielo da paso a otros paisajes , otras sugerencias que se sospechan, tras los cristales , tras el muro , Berlín en el corazón, los abedules nórdicos. Pero ya es tarde para el disfrute, la madera se embota con la humedad y urge secar los empapados cuerpos ante el fuego.

Que hablan luego los primarios de la danza en sus acepción formal, nosotros nos vamos con Elliot en sus palabras:

En el punto fijo del mundo giratorio. Ni carnal ni sin carne,ni desde ni hacia; en el puto fijo , allí está la danza, pero sin detención ni movimiento. Y no lo llaméis fijeza, donde se reúnen pasado y futuro. Ni movimiento desde ni hacia , ni subida ni bajada excepto por el punto , el punto fijo , no habría danza, y solo está la danza. Sólo puedo decir , ahí hemos estado; pero no puedo decir donde. Y no puedo decir cuanto tempo , pues eso es situarlo en el tiempo”.

 

(Texto de Sebastián Ruiz)

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