SABINE DAHRENDORF: BIOGRAFÍA

Nací en Colonia (Alemania). Pasé mi adolescencia en un pueblo cercano a esta ciudad, donde una de las cosas que recuerdo con mucho cariño fue la creación de un centro para adolescentes en colaboración con un grupo de jovencísimos creadores. Esta ha sido mi primera experiencia colectiva. Tenía 15 años.

Practiqué el atletismo durante años a nivel competitivo y luego dejé la competición. Comencé a estudiar Filología Alemana, Filosofía y Ciencias del Teatro y del Cine en la Universidad de Colonia, al mismo tiempo que realizaba estudios de danza clásica y contemporánea y trabajaba como intérprete en una compañía de teatro de movimiento en Colonia. Tenía 18 años.

Con cierta curiosidad por haber visto danzar a jóvenes compañías de danza de Barcelona, viajé a esta ciudad y muy pronto me involucré en diversos proyectos, dejándome influir por la efervescencia que acompañaba a todo lo que emergía en el mundo de la danza en aquellos momentos en Barcelona. En 1984 creé junto con Alfonso Ordóñez la compañía de danza DANAT.

Movidos por la curiosidad a la hora de reinventar escrituras propias en movimiento, fueron surgiendo temáticas en principio lejanas, o más bien alejadas de lo «dancístico» en términos conceptuales, para acercarnos a una narrativa más propia y recreada con experiencias en otros territorios.

A lo largo de su itinerario, DANAT inventó obras coreográficas acerca de costumbres ancestrales de Castilla y León expresadas en relatos de movimientos que rescatan aquellos recuerdos, reflejados en el espectáculo Bajo cantos rodados hay una salamandra, con el que nos invitaron al Théâtre de la Ville de París. Con esta institución realizamos diversas coproducciones, como la pieza El cielo está enladrillado —galardonada con el premio Ciutat de Barcelona—, que alude a los célebres grabados de Goya Los Caprichos, y re-visiones de «historias olvidadas» como la de Kaspar Hauser, Y quedaré delante de los muros inmensos…

En otras creaciones exploramos la posible evocación de una sonoridad bailada, como en Knistern, inspirada en la obra de G. Bachelard, o la memoria poética en olvido plasmada en Los Girasoles Rotos, coreografía creada en torno a la obra poética de León Felipe.

En esa travesía de invenciones fueron apareciendo rutas, como Ottepel (Deshielo), que proponía una metáfora de licuación. En una de las imágenes de esta obra, detrás de una puerta quedaba oculta una luz cálida que invadía el gélido espacio siempre que alguien tímidamente la dejaba entreabierta. Ese pequeño fulgor fue el que encendería el motor de la siguiente pieza, Jinete de peces sobre la ciudad, basada en Las ciudades invisibles de Italo Calvino.

Siguieron otras piezas como contextos de exploración en movimiento, como La Japonesa o la imposible llegada a Dédalo y Der Dämon, de Paul Hindemith, que dejaban abierta una interpretación propia provocada por una especie de seísmo e-mocional entre tema y música.

Posteriormente, fui cofundadora, junto con Alfonso Ordóñez, del Centro Coreográfico de León (ciudad a la que siempre hemos estado muy vinculados), el primer centro de estas características en España.

En 2015 comencé a elaborar un proyecto inspirándome en textos del artista y poeta Perejaume, El secreto de las medusas, danzado en el Pabellón Mies van der Rohe. Fue una experiencia enriquecedora de colaboraciones con otros profesionales del ámbito de la danza y la música.

En el año 2000 ya inicié un camino más de exploración y búsqueda en torno al Método Feldenkrais y al Body Mind Centering (título de Educadora Somática del Movimiento [SME] en 2017), y, más recientemente, me he sumergido en el estudio de la terapia craneosacral y la osteopatía, movida por la curiosidad de integrar estas introspecciones en mi danza y en mi trabajo como practicante del Método Feldenkrais y Somatic Movement Education (BMC).

 

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